NUESTRA BIENVENIDA

Tu amigo Bruno Medina Enríquez, Director de la Revista ASWAN QHARI, te da la bienvenida para que juntos construyamos los enlaces que nos ayudan a revalorar nuestra cultura y auspiciar un futuro promisorio, en la búsqueda de alcanzar el Sumac Causay, que nos hará libres en una nueva sociedad!!!



sábado, 21 de febrero de 2015

WIFALAS DE MUNAÑI - AZANGARO

Presentación de la Wiphala San Francisco Javier de Munañi en Azángaro, en el Estadio Torres Belón de Puno, una vez más con el mayor puntaje en danzas autoctonas y carnavales campesinos!!!

Wifalas de Muñani: 

Conozca a los campeones de la fiesta Virgen de la Candelaria 2015

Publicado en Los Andes | Nacional - 03 feb 2015
Conjunto campeón del concurso de danzas autóctonas participa en la festividad desde 1982, ganando 10 veces el concurso de danzas autóctonas
“Si no bailamos, lo que pensamos, lo queremos hacer, no se cumple”, dice Marcelina Laura Urrutia, que lleva más de 15 años danzando en la Asociación Folklórica Wifalas San francisco Javier De Muñani Azángaro, que ganó ayer su décima corona en el Concurso de danzas autóctonas en honor a la virgen de la Candelaria, en el estadio Enrique Torres Belón.
Y agrega, emocionada: “Es devoción a la Virgen; ella nos ayuda”. Como Marcelina, otros cuatrocientos danzarines llegaron a la ciudad de Puno, el domingo último, con la intención de exhibir su danza y venerar a la mamita Candelaria, en estas festividades. Ellos invirtieron, por persona, aproximadamente dos mil soles. Esto en trajes y estadía.
“Nos traemos nuestro alimento desde nuestro pueblo. Venimos con fiambres”, menciona Lalo Aguilar Palazuelos, alcalde de Muñani, haciendo constar que su fe y animosidad para con la virgen es natural y sincera.
Vestidos con sus pantalones blancos de bayeta, su saco negro, su chalina roja y su pinkillo, además de sus tres wichi wichis, Lalo Aguilar y Amador Ticona Vilca, manifiestan emocionados que su danza, pastoril y amorosa, se relaciona con la ganadería y la agricultura.
“Yo llevo el pututo, porque soy el guía y mi misión es reunir a la gente”, señala Ticona Vilca, refiriendo después que son los propios pobladores quienes confeccionan sus trajes y que es raro que algún muñaneño no tenga el suyo en su hogar.
Las mujeres, en tanto, visten una montera en la cabeza, adornada con flores. Asimismo, una pollera de bayeta, de seis paños. Al ejecutar la danza su fin es cubrir todo el escenario, embelleciéndolo con sus colores.
Ellos, como conjunto, se entregan completamente en los ensayos que realizan antes de venir a Puno. Desde el 12 de enero, según apuntan los danzarines, y haciendo previamente el pago a la pachamama, concentran sus esfuerzos y su mentalidad.
Esta hermosa danza se exhibe con grandiosidad en Muñani, en devoción a la virgen de la Natividad, que es su patrona. A ella le ruegan, en sus cánticos, por la fecundidad del ganado, por la buena ventura en sus vidas y por el amor, en general.
En el concurso de danzas, ellos impresionaron a los jurados y al público asistente, graficando, mediante su coreografía, una mariposa (los varones el cuerpo y las mujeres las alas), una flor y una chacana. Mientras los varones ejecutaban sus instrumentos, bailaban; lo mismo que las mujeres, que cantaban a la vez que danzaban.
Antes de irse, tanto Lalo como Amador, señalan que las autoridades puneñas deberían patentar su danza, pues hay varios conjuntos que los copian y los perjudican. “Nuestras canciones y nuestros trajes, especialmente, deben ser respetados”, finalizan.

CON OCASION DE HABER SIDO CAMPEON EN OTRA ANTERIOR OPORTUNIDAD, PUBLICAMOS EL SIGUIENTE ARTÍCULO:

La fiesta en mi pueblo es con Wiphalas
Carnaval Andino
 
 
Wiphalas de Muñani participando en el Festival de Tintiti
 Escribe: Bruno Medina Enríquez 
Publicado en el Diario Los Andes de Puno - Cultural - 20 mar 2011
El Carnaval ha sido asimilado por el mundo andino luego de la llegada de los españoles a estas tierras, naturalmente que la pretendida extirpación de idolatrías no pudo contra la razón de ser del habitante originario andino; este ha sabido aceptar como “rechazar” la imposición de un distinto modo de vida, mientras el mayor rechazo a la pretendida imposición de modos de vida y cultura occidental, ha sido adaptándose a ella, reinterpretándola.
La tremenda capacidad de sobrevivencia de la cultura andina, muy a pesar de más de 500 años, lo primero que permitió especialmente en el tema de ser o no ser, fue entender a su modo que la Virgen María llegada de España, es la Madre Tierra, la Pachamama, que el Apu, es el “Tatitu”, que los españoles colocaron en todos los calvarios (cerros), en fin a pesar de esos primeros intentos de destrucción de la cultura andina, en todas sus manifestaciones, esta no ha sido destruida, aunque aun después de cinco siglos existen algunos herederos mentales de esos iniciales conquistadores, las manifestaciones culturales del mundo andino pretendidamente “inculto” y que debía desaparecer incluido sus idiomas, continúan incólumes en el tiempo, mas aún han revalorizado su existencia y luchan todos los días por mantenerla, acrecentarla, valorarla, en la eterna búsqueda del “sumaj causay”, el buen vivir, para muchos una utopía que existe en todas la culturas, religiones o ideologías. Para nosotros una realidad por la que se lucha.
Si pues, esas manifestaciones incólumes de la cultura andina se presentan por medio de diversos modos, donde la música y las danzas son la mejor expresión viva que se resisten a ser vencidas; más aun, muy a pesar que muchas de esas manifestaciones dancísticas tienden a ser olvidadas, o pretenden ser reemplazadas por modos criollos de interpretarlas, por danzas de origen mestizo y colonial, por encima de esa pretensión, las danzas campesinas originarias del Collao existen vivas en cada pueblo en cada comunidad, en cada época del ciclo agrario anual del mundo andino, como en la hoy llamada época de carnaval.
El mundo andino entiende al carnaval como la fiesta en homenaje a la Pachamama, esa madre tierra que nos provee de sus frutos, a la que hay que cuidarla con mucha devoción, agradecerle con alegría que por ella tenemos la vida, celebrar sus primeros retoños, sus primeras flores, celebrar sus primeros frutos, celebrar a la vida derrotando la tristeza.
La celebración del carnaval andino es fundamentalmente campesino, como un adelanto de la gran fiesta el carnaval se inicia con la celebración del “juchuy p’oqoy”, el retoño de las primeras flores, que coincide generalmente con el 20 de enero, que en la religión católica la han hecho coincidir con la fiesta de San Sebastián. Luego vendrá el gran florecimiento y plenitud de los sombríos, hecho que hay que celebrar danzando, conforme a la religión católica, días antes que se inicie la “Cuaresma”, y no hay pueblo andino que no lo celebre cantando y bailando, no hay comunidad andina que no celebre a la Pachamama en el “Carnaval”, que en el mundo andino es conocido como el “Pujllay”.

EL PUJLLAY
De ahí que en Puno existe una diversidad de danzas campesinas por la diversidad de pueblos y naciones asentados en su territorio y que por vía los mitmacs llegaron de diversos lugares de Los Andes, y que fueron traídos por los vencedores incas durante su expansión territorial, es en esta zona altiplánica donde se manifiestan una amplia diversidad de “Pujllays”, cada “carnaval” es distinto uno del otro en música, en coreografía, en vestuario, según la característica del pueblo originario que se asentó entonces en la Meseta del Collao
El Pujllay de carnaval tiene diversas manifestaciones tanto en la parte quechua como aymara, y una de las más representativas en el sector quechua son interpretadas por medio de la “Wiphalas”, danzas en las que el principal aditamento que se utiliza en la coreografía del baile es una bandera blanca, la que es batida con mucha alegría representando las atenciones que se les hace a los sembríos. Los “Pujllay”, son también conocidos como Kajchas, Whipalas, o simplemente “carnavales” con el nombre adicional de la comunidad o distrito al que pertenezcan.
En homenaje a la fiesta de mi pueblo que es la fiesta del carnaval, el Pujllay de carnaval, les describiremos brevemente una Wiphala, bella danza procedente del distrito de Muñani en la provincia de Azángaro, (Puno), provincia que por cierto cuenta con una amplísima variedad de danzas campesinas, en razón de la numerosa cantidad de comunidades y distritos que tiene.
Esta danza varias veces ha sido ganadora en los concursos realizados durante la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno, a donde es llevada por la Asociación Folklórica "Wifalas San Francisco Javier de Muñani", procedentes de la comunidad campesina de Huasacona de ese distrito y que gracias a su belleza, colorido y coreografía, interpretada por más de 350 danzarines ha logrado muchísimos éxitos. Es necesario revalorar a esta agrupación ya que viene participando en el concurso que se realiza en Puno desde 1983, habiendo obtenido el primer lugar en dicha ocasión, hecho que ha repetido los años 84 y 85. En los años 87, 88 y 89 ha obtenido el segundo lugar, del 89 al 91 nuevamente el primer lugar, los siguientes años hasta el año 2001 siempre ha ocupado los primeros lugares, en el año 2002 nuevamente ocupa el primer lugar, así sucesivamente en los siguientes años, convirtiéndose en una agrupación que infaltablemente participa todos los años en la Fiesta de La Candelaria, básicamente por la contribución de todos los comuneros de Huasacoca.

LA MÚSICA EN LA “WIPHALA DE MUÑANI”
Es interpretada en quenas y pinquillos de 6 y 5 huecos, con el acompañamiento de cajas, tambores de diferentes tamaños fabricados con madera, lata y cuero curtido, además de pututos guerreros que emiten profundos sonidos y por mujeres y varones que cantan irónicos, alegres y sentimentales versos en los que resaltan su alma llena de amor correspondido.
Los varones visten con pantalón blanco, saco negro de bayeta, llevan un atado de llijlla en la espalda, entrecruzados con huaracas blancas, tres wichi wichis y cubren el cuello con una chalina roja.

Mapa de Azángaro donde está ubicado Muñani

Las mujeres adornan su cabeza cubriéndose con una montera negra de bayeta adornada de flores, con cintas de diversos colores y alhajas antiguas, visten un saco de bayeta de color combinado con hilos negros y blancos, pistu de varios colores y una pollera verde o variada de otro color, llevan en la espalda un atado de fina cusilla, que está entrecruzada con huaracas de colores y una bandera blanca terciada a la espalda, la que utilizan en la coreografía.
LA COREOGRAFÍA

Mantienen diversas coreografías que para cada ocasión son toda una creatividad, una de ellas podemos describirla, los danzarines al ingresar en parejas al campo de baile, se desplazan al compás de tres tiempos, formando cuatro grupos de parejas que se movilizan hacia el centro, donde se ubican formando la figura circular, al ritmo gallardo y mostrando destreza en su interpretación, para luego presentar su saludo al público y luego seguir bailando.

A continuación los danzarines con alegría interpretan versos irónicos en competencia entre mujeres y varones, desplazándose coordinadamente hasta formar grupos de varones en forma de cruz y grupos de mujeres en forma de argollas, al ritmo de sus breves saltos y pasos muy singulares, agitando banderas; luego los danzarines se desplazan individualmente para formar la figura de una mariposa, donde las mujeres se ubican representando las alas de la mariposa mientras que los varones se ubican representando el cuerpo de la misma.

En esta ultima parte, los danzarines para despedirse del público forman 9 grupos en 9 respectivas filas, organizadas en la siguiente manera, en un extremo todas las filas de las mujeres y en el otro extremo las filas de los varones y de los músicos con pinquillos y tambores, luego de ello dejan de tocar y danzar por un breve momento agitando sus banderas con gran fuerza, para luego despedirse del público realizando una venia y a continuación salen del escenario bailando con mayor alegría. Hay que tener presente que mientras están danzando no dejan de interpretar las canciones preparadas para el caso y que anualmente son renovadas.
Esta hermosa coreografía interpretada en algún momento con oportuna coordinación de movimientos parejos e iguales de los danzarines, les ha permitido una vez más ser premiados en la Fiesta de la Candelaria; sin embargo ellos regresan a su pueblo, con el premio en manos, la satisfacción de mostrar una vez más su arte no solo al Perú sino al mundo, vuelven a su comunidad a continuar con la alegría y la tradición de interpretarla en el mismo campo, junto a la cementeras, en los campos de cultivo, donde practican una secuencia de tradiciones y costumbres como visitar a los compadres, saludar a las autoridades luego del “chacu”, que es la caza de animales silvestres, rendirse ante la pachamama, celebrarla, adornar los campos con mixtura y serpentina, para luego varios días de alegría retornar a la rutina que la actividad agrícola y ganadera que año tras año está marcada en la vida comunal campesina y esperar el próximo año preparándose para cuando nuevamente, la principal fiesta campesina en Muñani, como en otros lugares sea celebrada con Wiphalas.

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2 comentarios
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heber ñaupa de argentina
domingo 20 de marzo del 2011 a las 09:11
esa es mi cultura originaria gracias a la prensa los andes por difundir de nuestra expreson terruña que la llevamos en sangre,les envito a ver los carnavales de 4 dias alli en mi pueblo asillo a empesar en calapampa,ñaupapampa,huilqui y la final en asillo llacta capital es alucinante,,gracias

Jesús Santisteban Avila
domingo 20 de marzo del 2011 a las 06:56
Dr.Bruno Medina, felicitaciones. Su comentario periodístico destaca el valor humano de nuestra Cultura Musical. Tenemos que agregar un poco de esfuerzo por estudiar la simbología cromática de las vestimentas y adornos; asi como su música y la coreografía de sus desplazamientos. Un abrazo

miércoles, 18 de febrero de 2015

NUESTRO PUNO, NUESTRO ANDE


Tomado por Rene Calderón Director de "Los Andes", del periódico digital boliviano "El Sol de Pando", material de impresindible lectura, de un periodismo boliviano imparcial.
http://www.soldepando.com/httpwww-soldepando-comp23224/

UNESCO Y SUS FRONTERAS MERCANTILES | Urkupiña, La Candelaria, El Socavón, La Tirana: una sola identidad cultural fragmentada por nacionalismos incultos...

NUESTRO PUNO, NUESTRO ANDE

La danza y el ritmo de los Siku Morenos, todavía presente en la fiesta de La Vcandelaria en Puno, es el origen indígena aymara de la danza mestiza de la Morenada. | Foto Archivo
La danza y el ritmo de los Siku-Morenos, todavía presente en la fiesta de La Candelaria, Puno, es el origen indígena aymara de la danza mestiza de La Morenada. | Foto Archivo
Tal vez la Unesco debería obligar a un intercambio más prolífico entre estas expresiones dentro el territorio andino. Me gustaría ver unos Siku-Morenos de Puno en Urkupiña o una Diablada chilena de La Tirana en el Carnaval de Oruro, y viceversa. Es bueno saber que en el Ministerio de Culturas de Bolivia, que promueve el desplazamiento de artesanos y bandas bolivianas hacia esos países vecinos a simple condición de llevar los emblemas nacionales, se muestra una apertura que bien puede fortalecer esta idea de gestar la gran nación andina a través del común sincretismo entre los pueblos hermanos de Bolivia, Perú y Chile…
© Wilson García Mérida | Redacción Sol de Pando
UNA FESTIVIDAD COMO LAS NUESTRAS La Festividad en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad de Puno, Perú, se realiza en la primera quincena del mes de febrero de cada año, y representa la más grande e importante manifestación cultural, musical y dancística del país vecino, siendo una de sus fiestas religiosas más representativas por la cantidad de símbolos y de manifestaciones artístico-culturales propias de las culturas quechua, aymara y mestiza del altiplano andino y por el volumen de personas que participan directa e indirectamente en su realización. El primer pueblo del que se tiene noticia que fue declarado bajo el patronato de la Virgen de la Candelaria en el altiplano sería Huancané. René Calsín Anco cuenta con una valiosa información, de 1696, como refiere el autor, "...suministrada por Juan Quiepo Llano y Valdéz, obispo de la Paz, quien luego de su peregrinaje por el corregimiento de Paucarcolla de su circunscripción, al rememorar su visita al pueblo de Huancané, escribió: tiene tres viceparrochias, una, en la estancia de Toquepani; otra en la estancia de Ynchupalla…; otra, en la estancia de Arcani, distante 9 leguas del pueblo, con la advocación de la Candelaria". En la villa y el pueblo –que medio siglo después confluiría en lo que conocemos por Puno–, desde comienzos del siglo XVIII, la imagen de la Virgen de la Candelaria fue entrando en los hogares de los nativos y españoles y ganando fe y devoción paulatinamente. Quizá la razón sea que casi un siglo antes la Virgen ya comenzaba a ganar adeptos en el referido anexo de Huancané. La cercanía de ambos pueblos, como es de esperar, trashumaría las costumbres y también el culto a dicha imagen. Y, aunque de forma no oficial, en el pueblo de Puno –en las viviendas– ya se rendía culto a la Virgen de la Candelaria. En una escritura de 1 de agosto de 1707, recogida también por René Calsín Anco, por la cual Felipe Valdez concedía una vivienda en alquiler al Marqués de Villa Rica (hijo del acaudalado minero José Salcedo que dirigió la rebelión de Laikakota), se consignaba a «dos tabernas doradas con sus imágenes en bulto en el uno de la de un crucifijo y en el otro de una señora de la candelaria». Y en otro documento del 29 de febrero de 1752, en una memoria testamental de Catalina Gayoso, se registraba: «Declaro por mis vienes una Caja de la Ymagen de Nra Señora de Copacabana y otra de bulto de la Candelaria sin bestuario […]». De los dos documentos anteriores podemos deducir que la devoción hacia la Virgen de la Candelaria se iba acrecentando y a menudo su imagen era considerada un bien valioso. Otro punto a resaltar es que en la memoria testamental de 1752 se considera a la Virgen de Copacabana y a “la Candelaria” como una misma; desterrándose así el prejuicio de que son dos diferentes y confirmando que la de Copacabana es la Virgen de la Candelaria pero con una denominación, se podría decir, topónima. Después de unas décadas, cuanto más, la popularidad de la Virgen en la ya llamada villa de Puno crece a tal punto que los lugareños logran que la imagen se refugie en el templo San Juan Bautista –obviamente no en el altar mayor al principio– y comenzaba a ser más importante también para los pobladores españoles. La Virgen de la Candelaria, antagónicamente a lo sucedido con las advocaciones de San Carlos Borromeo, Nuestra Señora de la Concepción y San Juan Bautista, que fueron adjudicadas por órdenes gubernamentales desde la fundación de cada localidad, se entronizó en la villa de Puno por la propia voluntad de sus habitantes.
UNA FESTIVIDAD COMO LAS NUESTRAS
La Festividad en honor a la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad de Puno, Perú, se realiza en la primera quincena del mes de febrero de cada año, y representa la más grande e importante manifestación cultural, musical y dancística del país vecino, siendo una de sus fiestas religiosas más representativas por la cantidad de símbolos y de manifestaciones artístico-culturales propias de las culturas quechua, aymara y mestiza del altiplano andino y por el volumen de personas que participan directa e indirectamente en su realización.
El primer pueblo del que se tiene noticia que fue declarado bajo el patronato de la Virgen de la Candelaria en el altiplano sería Huancané. René Calsín Anco cuenta con una valiosa información, de 1696, como refiere el autor, “…suministrada por Juan Quiepo Llano y Valdéz, obispo de la Paz, quien luego de su peregrinaje por el corregimiento de Paucarcolla de su circunscripción, al rememorar su visita al pueblo de Huancané, escribió: tiene tres viceparrochias, una, en la estancia de Toquepani; otra en la estancia de Ynchupalla…; otra, en la estancia de Arcani, distante 9 leguas del pueblo, con la advocación de la Candelaria”.
En la villa y el pueblo –que medio siglo después confluiría en lo que conocemos por Puno–, desde comienzos del siglo XVIII, la imagen de la Virgen de la Candelaria fue entrando en los hogares de los nativos y españoles y ganando fe y devoción paulatinamente. Quizá la razón sea que casi un siglo antes la Virgen ya comenzaba a ganar adeptos en el referido anexo de Huancané. La cercanía de ambos pueblos, como es de esperar, trashumaría las costumbres y también el culto a dicha imagen. Y, aunque de forma no oficial, en el pueblo de Puno –en las viviendas– ya se rendía culto a la Virgen de la Candelaria.
En una escritura de 1 de agosto de 1707, recogida también por René Calsín Anco, por la cual Felipe Valdez concedía una vivienda en alquiler al Marqués de Villa Rica (hijo del acaudalado minero José Salcedo que dirigió la rebelión de Laikakota), se consignaba a «dos tabernas doradas con sus imágenes en bulto en el uno de la de un crucifijo y en el otro de una señora de la candelaria». Y en otro documento del 29 de febrero de 1752, en una memoria testamental de Catalina Gayoso, se registraba: «Declaro por mis vienes una Caja de la Ymagen de Nra Señora de Copacabana y otra de bulto de la Candelaria sin bestuario […]».
De los dos documentos anteriores podemos deducir que la devoción hacia la Virgen de la Candelaria se iba acrecentando y a menudo su imagen era considerada un bien valioso. Otro punto a resaltar es que en la memoria testamental de 1752 se considera a la Virgen de Copacabana y a “la Candelaria” como una misma; desterrándose así el prejuicio de que son dos diferentes y confirmando que la de Copacabana es la Virgen de la Candelaria pero con una denominación, se podría decir, topónima.
Después de unas décadas, la popularidad de la Virgen en la ya llamada villa de Puno crece a tal punto que los lugareños logran que la imagen se refugie en el templo San Juan Bautista –obviamente no en el altar mayor al principio– y comenzaba a ser más importante también para los pobladores españoles.
La Virgen de la Candelaria, antagónicamente a lo sucedido con las advocaciones de San Carlos Borromeo, Nuestra Señora de la Concepción y San Juan Bautista, que fueron adjudicadas por órdenes gubernamentales desde la fundación de cada localidad, se entronizó en la villa de Puno por la propia voluntad de sus habitantes.
El 27 de noviembre del pasado año, la Unesco oficializó la declaratoria de la Festividad de La Candelaria como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Bolivia intentó frenar esa declaratoria con el argumento de que en La Candelaria se bailan danzas “bolivianas” como la Morenada y la Diablada. Ante nuestro empedernido chauvinismo, debió la Unesco “mediar” en el “diferendo folclórico” entre Bolivia y Perú obligando a Puno “reconocer” que “danza, música y vestuario de pueblos de Bolivia acompañan la festividad de la Virgen de la Candelaria”. ¿Victoria diplomática contra el “robo” del folclore boliviano? Ridículo, insulso. Que los integrantes de la banda Poopó de Oruro, invitados especiales en la reciente celebración gritaron “Puno lo mejor”, no es ninguna afrenta contra Bolivia. Si no lo dijeron, deberían decirlo.
El escritor puneño Oscar Aramayo, en una nota publicada este miércoles por el diario Los Andes, calificó la declaratoria de la Unesco como “una estafa”, pues el organismo cultural de las Naciones Unidas condicionó esa declaratoria a que las autoridades peruanas reconozcan que en esa festividad “se bailan danzas bolivianas”. Antes de la declaratoria condicionada por la Unesco, Bolivia y Perú debieron firmar, el 16 de noviembre, un “Acta” donde se lee lo siguiente:
“En la Festividad de la Virgen de la Candelaria de Puno se destaca que la ritualidad litúrgica y espiritual constituyen el elemento central de dicha expresión… las danzas, música y vestuario del pueblo de Puno son acompañados por las danzas, música y vestuarios del pueblo de Bolivia”.
“Aquí hay demagogia” —reclamó el escritor peruano—.“Mientras que en Puno festejábamos la declaratoria, creyendo que la Unesco protegía nuestras danzas, en Francia nuestros representantes le daban la razón a Bolivia”.
Tiene asidero la protesta de Aramayo. No es verdad que todas las danzas desarrolladas en la fiesta de La Candelaria tienen un origen estrictamente boliviano. Hay un debate histórico pendiente incluso sobre el origen de La Diablada.
Un danzante de la Diablada de Puno, en los años 30, retratado por el célebre fotógrafo peruano Martín Chambi. | Foto Archivo
Un danzante de la Diablada de Puno, en los años 30, retratado por el célebre fotógrafo peruano Martín Chambi. | Foto Archivo
“El baile de La Diablada está tan arraigada a la historia de Puno, que el auto sacramental está tallada en la fachada de la Catedral de Puno, construida el año 1757. Allí la escena de un arcángel venciendo al diablo es acompañada por un grupo de músicos, tocando el charango, guitarra y violín. Mientras que la única tesis boliviana corroborable nos lleva hasta 1818”, desafía el intelectual puneño.
Según historiadores católicos como el padre Rubén Vargas Ugarte, tanto laVirgen de la Candelaria de Puno como la Virgen del Socavón de Oruro, son reverberaciones de la Virgen de Copacabana, concebida como “Patrona del Reyno del Perú“, y cuyo culto fue instaurado en el Collao en el siglo XVI por la orden agustina. Puno fue territorio vertebral del Collasuyo en la cuenca endorreica del Titicaca, como Oruro en la del Poopó.
Lo inobjetable es que todas las danzas con que los devotos de La Candelaria veneran a su santa patrona, tienen un origen común dentro el territorio indígena andino, por encima de las fronteras republicanas. Otra cosa es que varias de aquellas danzas han adquirido una sofisticación distinguible —especialmente en cuanto a ritmos más estilizados, vestimentas y abalorios artesanales— en la parte andina boliviana, debido a particulares condiciones históricas, económicas y socioculturales que los propios peruanos y chilenos reconocen de buena fe, adoptando el “estilo boliviano” como parte de un patrimonio cultural andino común.

Cultura andina sin fronteras

Danzantes de una Diabalada esperando en la Plaza principal de Puno su ingreso para bailar ante Virgen de La Candelaria, en 1942. | Foto Archivo
Danzantes de una Diablada esperando en la Plaza Principal de Puno su ingreso para bailar ante Virgen de La Candelaria, en 1942. | Foto Archivo
En el territorio andino que atraviesa la frontera republicana entre Bolivia y Perú (e incluso Chile), habitan pueblos quechua-aymaras que tienen una misma identidad cultural; sus expresiones religiosas, sus fiestas y sus modos de vida son exactamente las mismas. Cuando vemos la Fiesta de la Candelaria en Puno, vemos lo que se ve en la Fiesta del Gran Poder de La Paz, en Urkupiña de Cochabamba o en el Carnaval de Oruro que es una fiesta religioso-pagana también ofrendada a la señora de La Candelaria en su Socavón. Los pasantes en ambos lados del Titicaca apellidan igual: Quispe, Choque, Mamani, Chambi, Condori…; y  no es que los peruanos nos robaron a los bolivianos hasta los apellidos. Los mismos colores y sabores, las mismas polleras y los mismos rostros de bronce, idénticos ritmos y matices locales casi imperceptibles.  En cada una de estas celebraciones, tanto en Perú como en Bolivia prevalece el culto indígena y popular a la virgen María como una expresión sincrética de antiguos ritos precolombinos que invocan la fertilidad de las deidades aymaras, y las danzas son prácticamente las mismas.
En la fiesta de La Candelaria de Puno se ven danzas eminentemente indígenas como sicuris, tarqueadas, pinquilladas, kullawadas y llameradas; además de las infaltables morenadas y diabladas en la vena más mestiza, incluyendo los “modernos” Caporales que no pueden estar ausentes en ninguna celebración de este mundo andino. ¿Osaríamos exigirle a Puno que elimine de su fiesta patronal también las tarqueadas, sicureadas y pinquilladas? Nuestro chauvinismo sería más evidente.
Una banda de sikuris de Puno en 1940, fotografiados por Martín Chambi. | Foto Archivo
Una banda de sikuris de Puno en 1940, fotografiados por Martín Chambi. | Foto Archivo
De ninguna manera los peruanos nos han “robado” nuestras danzas, como se sostiene erróneamente en nuestro país, en tonos tan chauvinistas. Parece estar suficientemente demostrado  —mediante rigurosos estudios etnológicos producidos por la excelente academia peruana— que la Diablada y la Morenada no son necesaria ni exclusivamente de origen “boliviano”. Todas estas manifestaciones tienen su verdadera raíz en el periodo colonial, por lo que más bien es pertinente señalar que estas danzas son de raigambre altoperuana.
El origen de la Diablada y la Morenada es colonial, entre Charcas y el Virreynato de Lima. En el tiempo de la Colonia, los carnavales y las fiestas patronales eran verdaderos saturnales para los pueblos indígenas, cuando se permitía satirizar a los conquistadores, a los señores de la gleba y a los curas. Los indios se disfrazaban de capataces, de encomenderos y arzobispos. Esos disfraces y sus acompañamientos musicales fueron evolucionando en el tiempo hasta alcanzar niveles de sofisticación como en el caso de la Morenada y la Diablada, que gracias al auge del estaño tuvieron un mejor desarrollo en la parte andina boliviana de Oruro y La Paz en las primeras décadas del siglo XX.

De los Siku-Morenos a la Morenada

La danza de los Diablos-Morenos se bailaba en Puno ya en 1913 con sus características todavía originarias durante la festividad de la “huaca” Candelaria.
Los Morenos eran indígenas ataviados con casacas recamadas de oro y plata, pantalón corto y turbante o chambergo guarnecido de plumas, resaltando entre la multitud con sus colores chillones y el ruido monocorde de las zampoñas y de los tamboriles.
En el segundo lustro de los años cincuenta del pasado siglo, los Morenos, que incluían en su danza figuras propias de la Diablada, devinieron en Morenada, cuando los grupos de sikuris fueron reemplazados por las bandas de instrumentos metálicos y cuando se hicieron algunas mejoras en el vestuario, con toques dominantes de un  mestizaje próspero (“burguesía chola”), proceso que se inició en Bolivia expandiéndose  a toda la región andina alrededor de los lagos Poopó (frontera con Chile) y Titicaca (frontera con Perú).
Después de la revolución del estaño en Bolivia, en 1952, la danza se sofisticó en este lado del Ande con instrumentos europeos y unos trajes abigarrados que simbolizan la abundancia de la explotación minera por el capitalismo inglés. La danza cambió su nombre, de “Morenos” (con instrumentos nativos de los sikuris como arte musical indígena) a “Morenada” (con instrumentos metálicos europeos como arte musical mestizo). Sucedió exactamente lo mismo con la Diablada, que los indígenas bailaban originalmente con bandas de sikus en veneración a la Virgen de Copacabana durante la Colonia.
La transformación emergente del auge estañífero de Bolivia desde comienzos del siglo XX (por ello el protagonista central del rito sincrético es el diablo o “tío” del socavón minero al que se adora desde una “fe productiva”), como toda moda, más aún después de la revolución de 1952, llegó a Puno en Perú y a La Tirana en Chile, donde se reconoce tal aporte de Bolivia como parte indisoluble de la cultura andina, que es una cultura trasnacional, no sólo ni exclusivamente boliviana. “En esa transformación se contó con influencia  boliviana”, reconocen los etnólogos peruanos con toda honestidad.
Sin embargo, a pesar de las transformaciones “bolivianas”, la danza y música de los Siku Diablos Morenos es preservado por el fervor indígena dentro el repertorio de La Candelaria.
Danza de Sikuris Diablos-Morenos con banda de zampoñas, originaria de Puno | VIDEO

Una nación andina tejida por el sincretismo

Las expresiones del sincretismo se transforman constantemente expresando el espíritu de las épocas. | Foto Archivo
Las expresiones del sincretismo se transforman constantemente expresando el espíritu de las épocas. | Foto Archivo
El territorio andino resulta ser el único lugar en el mundo donde el concepto del Pachacuti se opera en su absoluta dimensión histórica, ritual, revolucionaria. Ergo: lo andino es el espacio donde el tiempo da sus propios giros.
Uno de los mayores errores que cometieron los políticos y “estadistas”   que fracasaron en el intento de crear la “comunidad andina”, en las tres últimas décadas del siglo pasado, fue pervertir el concepto de lo andino, reduciéndolo a un mercado común tipo europeo, proyectándolo hacia un industrialismo trasnochado, ropavejero, con residuos y migajas del capital financiero internacional. Bajo esa lógica persistentemente colonial, Bolivia se dedicaría a fabricar autos que nunca se fabricaron, Perú se especializaría en producir baldes de plástico, Ecuador textiles “for export”, Colombia de la cocaína no salía y Chile se mató de risa. El experimento costó miles de millones de dólares que terminaron en las cuentas de los “andinos” de cuello blanco. Por ello nunca fue viable esa “integración”, ni lo será, mientras la mirada sobre lo andino siga siendo la de los “civilizadores” modernoides.
Lo andino es otra cosa. Los países que forman parte de la gran cordillera andina, en cuyos picos nevados se gestan los afluentes del Amazonas, tienen en común no un simple mercado sino una cultura, en la acepción más densa de la palabra: cultura entendida como memoria histórica, como identidad y como una cosmovisión.
La llamada comunidad andina, territorialmente hablando, ocupa, ni más ni menos, el mismo escenario que ocuparon los incas como imperio. El continente andino resulta ser el único lugar en el mundo donde el concepto del Pachacuti se opera en su absoluta dimensión histórica, ritual, revolucionaria. Ergo: lo andino es el espacio donde el tiempo da sus propios giros.
Cuando llegaron los conquistadores españoles hace más de cinco siglos el tiempo andino se detuvo. Pero no sería eternamente. Algún día volvería a girar el reloj de los dioses aymaras en pacto con el emperador quechua. Ese tiempo llegó y es un tiempo nuevo. Volvieron los mitimaes danzando su culto a las deidades de la fertilidad. La masa indígena está rompiendo las fronteras impuestas por el cholaje colonizante. Y ahí los vemos: bailando la  Morenada y la Diablada lo mismo en Puno que en Oruro, llevando ofrendas de llameros a las Vírgenes – Huacas tanto en Quito como en Quillacollo.
Tal vez la Unesco debería obligar a un intercambio más prolífico entre estas expresiones dentro el territorio andino. Me gustaría ver una Morenada de Puno en Urkupiña, mejor aún si son los Sikus Morenos, o una Diablada de La Tirana en el Carnaval de Oruro, y viceversa. Es bueno saber que en el Ministerio de Culturas de Bolivia, que promueve el desplazamiento de artesanos y bandas bolivianas hacia esos países vecinos a condición de llevar los emblemas nacionales, se muestra una apertura que bien puede fortalecer esta idea de gestar la gran nación andina a través del común sincretismo entre los pueblos hermanos de Bolivia, Perú y Chile.
Este ensayo se elaboró en base al artículo del autor publicado por Los Tiempos, el 29 de noviembre, 2014
Morenadas mestizas de Puno en devoción a la Virgen de La Candelaria | VIDEO